Desprejuiciada, simpática y enamoradísima, la actriz de Ciega A Citas festeja la popularidad que le toca vivir.
Una propone y la televisión dispone.
Muriel Santa Ana tenía todo planeado para llegar a su casa, darse una ducha y esperarnos con la energía renovada después de un día de trabajo. Pero los tiempos de grabación y el remise que la traía desde los estudios de Canal 7 -donde le pone el cuerpo a Lucía, la protagonista de
Ciega a Citas- se retrasaron, y la ducha tuvo que quedar para otro momento. En jean y a cara lavada (un cutis impecable, con una suavidad que se adivina), Muriel nos recibe, nos invita a sentarnos en ese sillón tan lindo y nos hace sentir a gusto. Tres tazas de té, budín light, unas galletitas que compró en el Barrio Chino, música suave. Una anfitriona con todas las letras, que despide a su novio con un beso efusivo y se dedica a disfrutar de esta nota. Porque, lejos de ser una obligación, esto es un momento deseado. Como deseó por años que la reconocieran en la calle. Que la felicitaran por su trabajo. Que su nombre circulara por fuera del circuito off. Persevera y triunfarás, dice el dicho: este año, se transformó en una hacedora de la pantalla chica, cautivó al público con su simpatía, se ganó un lugar en los Martín Fierro, conoció los destellos de una fama incipiente. Y ahora que Ciega a citas está terminando, confiesa en voz baja, como quien no quiere la cosa, que fue convocada para protagonizar
Sueños de una noche de verano en el Teatro San Martín, junto con Joaquín Furriel. Muriel sonríe, razones no le faltan.
Cuando le diste el sí a Ciega a Citas, ¿eras consciente de todo lo que implicaba ser la protagonista de una tira de televisión?
Yo me sentí muy preparada para encarar un desafío como este después de haber hecho
Lalola, porque me había tocado trabajar muy cerca de Carla (Peterson), una protagonista profesional, impecable, meticulosa y comprometida. Es algo que vi y me gustó. Sentí que esa manera de laburar me era muy cercana Carla me contagió como una felicidad... Ella siempre me dice: "Amiga, estamos pasando los mejores años de nuestras vidas". Pobre, ¡las veces que la he llamado llorando!
¿Por qué?
Porque me siento muy cansada... Un cansancio que nunca sentí en mi vida. Y eso que a mí no me gusta transmitir la sensación de cansancio. Es algo de lo que no me gusta hablar, y me aburre si otros lo hacen. Todos estamos cansados, todos trabajamos, todos tenemos nuestras vidas. No me gusta dramatizar. Pero bueno, Carla es mi amiga, pasó por situaciones similares y entiende de lo que le hablo. "Amiga, te juro que mañana no sé de dónde voy a sacar fuerzas para ir a grabar". Lo mejor es que ella me dice a todo que sí.
¿Y de dónde salen las ganas?
De lo atractivo y de la diversión que tiene mi personaje. ¡Me encanta! Sé que tengo la obligación del rendimiento que implica el ser protagonista: todo está puesto a mi disposición para que me luzca. Sé que tengo que sostener esa luz y esa energía, y lo disfruto mucho.
Si estos son "los mejores años de tu vida", como dice Carla, ¿cómo fueron los anteriores?
Los que me sirvieron de preparación para vivir esto que me toca ahora. A nivel profesional, hace más de quince años que puedo sostenerme con mi trabajo, con un margen de angustia y ansiedad tolerable. Siempre busco y busqué el disfrute, pienso en lo lindo de mi profesión, en que puedo comprarme lo que quiero, que tengo una vida linda que me armé yo misma....
¿Qué significa que te la armaste?
Es que yo viví sola mucho tiempo. Hace muy poco, tres años, que compraro mi vida con mi novio... Nunca antes había convivido con nadie, ni había tenido un novio que me durara tanto
(risas). En realidad, mejor digamos que nunca antes había tenido un "novio". La verdad es que no había sentido la contundencia del amor.
¿Era algo que anhelabas?
Yo creí mucho en las películas, me compré el modelo de las comedias románticas de Hollywood. Los besos eternos, la música, las mariposas en la panza... Una transferencia total con esos mundos, añorando que me pasara algo así. ¡Imagínense cuando me chocaba con la realidad! ¡Yo, que tenía una sequía total!
Hasta que...
Hasta que
Julián llegó a mi vida. Yo siento que él me vino a buscar. Él también es parte de
Ambulancia (el grupo de música que Muriel comparte con su amigo
Mike Amigorena), y fuimos compañeros de ese proyecto durante cuatro añós, sin ningún tipo de registro. Yo nada, en cualquiera. Ahora, me hace reir cuando me describe cómo era yo en esos momentos. ¡Me caló al toque! Yo, que me creía una dama misteriosa y en realidad era una fóbica que salía corriendo... ¡Jugando a la extraña dama durante largos períodos de mi vida al pedo! Mucho vestido negro, plataformas... Mezcla de actriz italiana y francesa.
¿De dónde te viene eso?
Me encantan las actrices francesas e italianas, aunque yo estoy siempre más cerca de Italia. La languidez francesa no me tocó. Yo era divina con los chicos de la banda, les llevaba sándwiches de miga y chocolatines a los ensayos, les regalé unos autitos para un estreno... Todo eso para que me aceptaran en su mundo exacerbado de amigos varones. A mí, ellos, nunca nada. Bueno, resulta que, en un momento, Julián quedó liberado de sus asuntos y empezó a llamarme por temas de
Ambulancia. Nosotros nos hablábamos, muy amigos todos, pero yo siempre marcando mucho mi cosa solitaria. No apesadumbradamente, ¿eh?
¿En qué sentido lo decís?
Me rajaba; cuando decían de ir a comer o hacer algo, yo siempre les decía que no podía. Me gustaba estar sola, entrar a mi casa, mi búnker, mi tele, mi comida, mi teléfono, mis amigas... ¡Feliz!
¿Realmente eras feliz?
Ahora que estoy acompañada, no me imagino ni loca en soledad, pero les soy sincera, yo no lo vivía con tristeza. La soltería no me parece una cosa patética, desagradable, ni algo a padecer. Está llena de cosas para ser feliz. Ojo, yo no soy nada sencilla, no quiero hacerme la simple y decir que la felicidad está al alcance de la mano, pero si estás en actividad, trabajás con vos misma... Yo me analizo desde hace muchos años, muchísimos.
Todo muy lindo, eso de estar sola, pero... ¿no te pasó en algún momento que te empezaste a aburrir de vos misma?
Cuando comprar ropa ya no te divierte, ya sabés todo de tus amigas, tampoco tenés ganas de ponerte linda...
(risas). Pasás del aburrimiento a la depresión sin escala. Y sí, eso también me pasó. Yo tuve la fortuna de tener dos dos amigas solteras igual que yo: alta compañía, alta joda, salir, viajar, descubrir lugares para ir a comer.
¿Nunca te pesó la mirada ajena? Enfrentar frases del estilo: "Está siempre sola, algún problemita tendrá".
Bueno, eso me lo tuve que fumar, pero no me pesaba. Yo creo que la gente que piensa o te dice eso no es gente que te quiere. Tengo una amiga del pasado que siempre estuvo de novia, y cada vez que iba a sus cumpleaños, me decía: "Che, ¿y vos nada? Es que vos también sos una...". A mí me daban ganas de decirle: "Un nabo como tu marido, me lo consigo en tres minutos", pero me callaba.
¿Hasta qué edad viviste con tu mamá?
Hasta los 24: mi hermana se casó y se fue, y la relación con mi mamá se empezó a tensar. Cuando éramos tres, la cosa se equilibraba.
Muy parecido a lo que le pasa a tu personaje, ¿no?
Sí; en realidad, mi hermana es mayor que yo. Para mí es muy raro eso de ser la hermana mayor en el programa, es un lugar desconocido. Te sentís como dueña de tu hermana. Es más, yo me siento dueña de María Abadi (su hermana menor en la ficción). Todo el tiempo le digo qué comer, qué no comer.
¿Así era cómo te llevabas con tu hermana?
En realidad, yo quería ser como ella y ella quería que yo me hiciera humo. Siempre la seguí mucho, la adora. Es profesora de canto, se llama Moira, está casada, tiene dos hijos... Me la pasaba proyectando hacia ella.
¿Viviste cierta presión por ser la hija de un actor tan prestigioso (el actor Walter Santa Ana)?
Eso no, porque mi papá no es un actor popular, ni de tele. Nunca fue un apellido que yo haya podido utilizar, nunca sentí que nadie me diera un trabajo por ser "la hija de". Además, jamás ocurrió que mi papá levantara el teléfono para recomendarme, ¡jamás!
¿Cómo viven tus padres tu presente profesional?
Estallan de felicidad, no dan más de alegría, sí, sí, sí. Mi mamá ve todos los días el programa, lo graba, lo analiza, me lo comenta. Está absolutamente tomada por el tema. Me dice cosas del estilo: "¡Qué actriz profunda!", como si yo no supiera que es mi madre. Se quiere hacer la crítica objetiva.
Más allá de la historia que contás en Ciega a citas, ¿por qué creés que generás tanta cercanía con el público femenino?
Creo que me muestro vulnerable, y no tengo ningún reparo con eso. No tengo mi atención puesta en mostrar algo que no soy. Empezando por un tipo físico que no es el habitual para una heroína de novela, que tiene sus complejos. Yo me considero una actriz, y una actriz es una persona que transita la fragilidad. Poner energía en mostrarme siempre potente no me parece interesante. Además, creo que cuando cuento cómo llegué hasta acá, hablo de un camino coherente con la casa donde nací, con ciertos valores e ideas a las que tuve acceso y que me sirvieron para marcar mi destino. Jamás me dejé seducir por cosas que escuché muchas veces y que me parecen muy inconsistentes de esta profesión y que el mundo de la tele exagera.
¿Te hizo ruido cuando te llamaron para interpretar a Lucía, una chica soltera y con sobrepeso? Quiero decir, ¿te preguntaste: "Justo a mí con esas características"?
No tanto con la soltería, pero por ahí sí con el tema de la comida. Me dije: "Qué increíble, un tema con el que yo peleé tanto, un tema del que yo quería distanciarme". Con este programa y este personaje, lo único que me interesa es ver que soy capaz de atravesarlo y sostenerlo sin quedar muerta en el intento. Hace poco, me llamaron para una obra en la que tenía que interpretar a una chica con sobrepeso y les dije que no. Sépanlo: ¡no voy a hacer ningún otro personaje que diga: "Tengo hambre"! Sería una estupidez de mi parte.
¿Cómo es tu relación hoy con la comida?
Me cuido, me encanta sentirme bien, la paso bien, como de todo un poco, pero nunca puedo relajarme con el tema porque tengo tendencia a engordar.
¿Por qué te molesta tanto que te pregunten tu edad?
No, no me molesta. ¿Ustedes lo quieren poner? Es que ya estoy mareada con el tema, no sé ni que edad tengo. Mi papá siempre me dice: "¡No digas tu edad, no digas tu edad!".
¿Te gustaría ser madre?
La verdad es que, cuando era chica, soñaba con bebés, pero ahora no. No tengo un deseo fuerte de ser madre, y creo que tiene que ver con que pasé años importantes -femeninamente hablando- sin pareja. Entonces, no tuve alguien a mi lado que estimulara ese costado de mí. Con los novios... Novios no, con las relaciones de outlet que tenía yo, me preguntaba cómo sería ser madre, pero lo hacía desde un lugar tan intelectual, tan poco emocional.
¿Y con tu actual pareja?
Hablamos mucho con Julián, él tiene muchas ganas, pero hay algo del paso del tiempo para nosotras que es una guachada, ¿vieron? Me dan ganas de congelar todo, óvulos, apelar a la ciencia. En este momento, estoy más cerca del tema que antes, pero no tengo un deseo fuerte de tener un hijo. Me da mucho miedo el parto y todo lo que viene después, ¿no? Yo soy muy del trabajo, del salir a la calle, me gusta mucho el contacto con la gente, el mundo, estar en contacto con gente que me dé risa, que me dé liviandad. La verdad es que cada vez que pienso en la maternidad, pienso en todo lo que voy a perder. Sé que para quienes son madres esto puede sonar a una barbaridad, pero lo siento así. Hay un rasgo de inmadurez también en todo esto. En realidad, yo sé que quiero tener un hijo, pero no ahora. Si ahora paro algo tan fuerte como mi profesión, no quiero después sentirme angustiada, amargada.
¿Hablás este tema con tus amigas, con tu mamá?
Algunas me dicen: "Si no estás decidida, no lo tengas", y me re cagan, porque yo espero que me den ánimo. Hace tres meses, lo hablé con mi mamá y ella me dijo: "Lo único que yo quiero es que vos seas feliz de la forma que vos elijas", y me re sorprendió. Si bien mi mamá siempre fue muy progre, la oveja negra de la familia, sé que cuando nos tuvo a mi hermana y a mí, se sintió muy realizada a través de la maternidad. Pensé que iba a bajarme una línea más fuerte.
Ahora que estás en la cresta de la ola, ¿tenés muchas ofertas de trabajo?
¿Quieren saber si me llueven muchos proyectos? No, no me llueven. Me llega mucho: "Están pensando en vos para tal cosa", pero es sabido que están pensando en mí al mismo tiempo que piensan en otras diez actrices. Tengo muchas ganas de hacer teatro, con lindos compañeros, y es algo que está por suceder ahora, con Sueños de una noche de verano. Después de una vorágine televisiva como ésta, creo que es lo mejor que me puede pasar.